Mentoring, ¿por qué es una buena idea?

La respuesta es sencilla: potencia nuestro aprendizaje en la vida profesional. A mediados de los años noventa, los profesores Michael Lombardo y Robert Eichinger se preguntaron cómo configuraba su conocimiento un profesional de éxito. Para averiguarlo, preguntaron a más de doscientos directivos sobre cómo habían aprendido lo que sabían.

Las conclusiones del estudio mostraron un modelo: la mayor parte del aprendizaje en la edad adulta –el 70 %– se produce por la propia práctica del trabajo, resolviendo retos, solucionando problemas e imprevistos… es decir, enfrentándose a las situaciones habituales que exige su labor. La segunda gran fuente de aprendizaje son los otros, aprender de la experiencia de otras personas o a través de ellas (un 20 %). Aquí entran en juego técnicas como el coaching y el mentoring, así como el feedback formal e informal recibido de sus compañeros o superiores.

Así pues, vemos que en la percepción de los directivos, el 90 % de su conocimiento proviene de la experiencia, ya sea suya o de otros. En ese modelo, solo el 10 % restante del conocimiento procede del aprendizaje formal, programas de formación, cursos, seminarios, asistencia a eventos, etc.

Y a la luz de esta evidencia, cada vez son más las organizaciones que están mirando hacia ese 20 % del aprendizaje que procede de la experiencia colectiva, poniendo en marcha programas de mentoring no solo para el desarrollo de la carrera de sus profesionales, sino también para optimizar sus procesos, asegurándose de que las buenas prácticas se mantienen y la cultura de la empresa se consolida.

Así que el mentoring es sobre todo un proceso de enriquecimiento profesional y personal, un proceso bidireccional con el que crecen el mentee y el mentor, pero sobre todo crece la organización, que ve cómo crea valor en cuatro dimensiones fundamentales para la gestión de personas:

  • Para el desarrollo del talento, el mentoring se orienta al desarrollo de las capacidades, habilidades y actitudes de los mentees, por lo que se convierte en una herramienta fundamental para fomentar y desarrollar su potencial.
  • Para la cultura de la empresa, ayuda a establecer relaciones estrechas y vínculos de confianza entre personas de distintas áreas y niveles de la organización. Con este intercambio de experiencias, se construye una visión más completa, global y compartida de la compañía.
  • Para la eficacia operativa, el mentoring es una forma excelente de aprender las habilidades específicas que exige un puesto, pero también es el modo de asegurarse de que las buenas prácticas que han llevado a la empresa al éxito se transmiten a las nuevas generaciones. Esto garantiza que no se pierde el conocimiento que se ha ido generando con los años.
  • Para el compromiso de los profesionales, participar en un proceso de mentoring supone un reconocimiento personal y profesional, tanto para los mentees –que sienten que la organización está haciendo una apuesta real por ellos–, como para los mentores. Este reconocimiento hacia ellos fomenta su implicación y su compromiso con la organización.

Y la última pregunta: ¿Me acompañas al maravilloso mundo del mentoring?

Para adentrarnos en este viaje, te propongo descargarte “El ebook del mentoring” en www.bementoring.com y www.be-up.es, donde además de lo que aquí te cuento, seguro que encuentras respuestas a muchas más preguntas. Y después si tú sí ya es un “sí quiero”, llámanos.

Por cierto… ¿sabías que la Nasa tiene en marcha un programa de mentoring? Se llama Mentoring Matters y no solo ha ayudado a la transmisión de conocimiento y habilidades en su seno, sino que también ha ayudado a la agencia espacial a potenciar las relaciones entre distintos centros y departamentos, así como la diversidad y la inclusión en toda la organización.

Y ahora sí acabo este post. Mil gracias por llegar hasta aquí!!!

(más…)

Continuar leyendoMentoring, ¿por qué es una buena idea?

“¡Quiero fracasar!” – “Dijo nadie nunca”

No nos engañemos, cuando esperas un resultado diferente del que finalmente consigues, realmente es una faena… por no decir otra cosa. A día de hoy no conozco a nadie a quien que le guste equivocarse por mucho que estén de moda las grandes frases sobre lo guay que es fracasar.

Sin embargo, tener la madurez y los recursos suficientes para entender lo sucedido, sacudirte el polvo y aprender para la siguiente ocasión, hacen que esa frustración haya merecido la pena. Hay personas que ante un fracaso no remontan, o tardan mucho tiempo en hacerlo y se regocijan en su sufrimiento, y otras personas sin embargo tienen la capacidad de seguir adelante rápidamente. ¿Dónde está la diferencia? Pues en el desarrollo de las habilidades que tiene cada uno y no en el fracaso en sí mismo. Me explico: hay personas que tienen un optimismo y una autoconfianza tan desarrollados que no van a ver fracaso en ningún error que cometan. Por tanto, la interpretación que hacemos de la realidad, e incluso, como la nombremos –error, equivocación, aprendizaje, fracaso, fallo, “cagada”…– van a condicionar nuestro seguir adelante ante un tropezón.

Cuando aprendemos de nuestros errores, ganamos experiencia, realidad, humildad, aprendemos a pedir ayuda –que, por cierto, es toda una habilidad y una gran fortaleza–… En definitiva, ganamos “callo” (aquello que se forma en nosotros después de que se unan los fragmentos de una fractura o por el roce de algo). El callo es la marca o señal de las personas resilientes. Tener callo te permite enfrentarte mejor a nuevas e inesperadas situaciones… aunque los callos también hay que cuidarlos ;).

Algunas recomendaciones para cuidar esos “callos”:

– Pasa el duelo y respétate. Equivocarse duele… por ello hay que recuperarse de ese dolor y el tiempo ayuda. Habrá negación, miedo, tristeza, enfado, etc. Cada emoción cumple su función y pasar por encima de ellas no nos hará sentir mejor, todo lo contrario. Así que no sirve no sentir.

– Busca un hilo conductor. Es decir, mira la situación como una historia. Eso te permite entender mejor lo sucedido, buscarle un sentido, un inicio y un desenlace, y por tanto un cierre. Lo que Steve Jobs en su famoso discurso de Stanford llamó “conectar puntos”. Al final se trata de encontrar el sentido a lo sucedido, y este ejercicio ayuda.

– Habla de ello, hazlo público. Compártelo con otras personas que puedan vivir una situación similar para ayudarlas. Está demostrado que la mejor forma de aprender y asimilar algo es enseñándoselo a otros. En mi caso, probé la experiencia hace unos años en un TEDx Moncloa, en el que hablé sobre mis tropiezos en la vida. Fue también la primera vez que hablaba de mi vida personal en público y para mí resultó realmente enriquecedor. Después muchas personas me han escrito contándome situaciones parecidas y agradeciendo que lo compartiera con ellas.

– Entra en acción. El movimiento contribuye a sentirnos mejor siempre, ya sea haciendo deporte o dedicándote a otro tipo de cosas. Acción, acción y acción. Es la única manera de que puedas aplicar lo que has aprendido y que sucedan cosas diferentes.

¡Ah! y cuidado con cómo nombras la realidad y cómo te hablas, cuál es tu discurso interior. La palabra fracaso es muy fuerte, son palabras mayores que implican mucha emoción ante lo sucedido y así es más difícil superarlo. Yo prefiero hablar de errores, tropezones, equivocaciones, que se refieren a cosas o situaciones concretas. Y, si no prueba, cuando te dices a ti mismo: “soy un fracasado” o “he fracasado” frente a “estaba equivocado”, “me he confundido”… Sin duda es menos tremendista, más esperanzador porque da lugar a remendar o resolver el error. Por si buscas inspiración, también puedes elegir alguna de esas citas que realmente nos animan a seguir. En este enlace de lifeder tienes cien. Hablar de fracaso implica inconscientemente que todo está perdido, que no hay salida, que no hay nada que hacer… inconscientemente nos castigamos, lo que aún nos atascará aún más. Por eso siempre renuncia al autocastigo (mira lo que te dices y cómo te lo dices), y sobre todo cuídate con palabras y gestos (sé compasivo contigo mismo), porque como dijo Truman Capote, el fracaso es el condimento que da al éxito su sabor.

¡Buena suerte!

(más…)

Continuar leyendo“¡Quiero fracasar!” – “Dijo nadie nunca”

La compasión en la empresa y en la vida se transforma en beneficios

«Si quieres que otros sean felices practica la compasión. Si quieres ser feliz, practica la compasión». Dalai Lama

Chade-Meng Tan, ingeniero emblemático de Google –fue su empleado número 107–, llevó hasta el gigante norteamericano el mindfulness y la compasión, con tal éxito que hoy se dedica a su sueño más preciado: crear las condiciones para la paz mundial durante su vida. Sin duda es un gran objetivo pero tiene bien pensado cómo va a hacerlo. Lo cuenta en este vídeo de TED, por lo que no me voy a detener en los detalles. Lo que sí quiero hacer es extraer la esencia y poner mi pequeño granito de arena en su maravilloso sueño. Así que vamos a sintetizar cómo la compasión en las organizaciones revierte en beneficios no solo individuales sino también sociales y, por supuesto, económicos.

Primer beneficio de la compasión: crea líderes de negocios altamente efectivos.

El exingeniero de Google explica los tres componentes de la compasión: el afectivo, que es “yo siento por ti”; el cognitivo, que es “yo te entiendo”; y el de motivación, que es “yo quiero ayudarte”. Vemos que estamos hablando de algo más que de empatía y que la compasión nada tiene que ver con el componente negativo de “tener pena o lástima” de alguien, que solemos darle en la cultura latina.

En su libro Empresas que sobresalen, Jim Collins expone cómo los líderes de “nivel 5” son los que logran llevar a una empresa de algo bueno a algo grande. Su perfil habla de personas altamente capacitadas, que poseen dos cualidades importantes: humildad y ambición. Es decir, son muy ambiciosos pero en busca del bien común, lo que les vacuna contra la necesidad de inflar sus propios egos. Estas cualidades, en el contexto de la compasión, son los componentes cognitivos, afectivos y de motivación. Tal y como dice Meng: la compasión es la manera de crear líderes de nivel 5. “Y este es el primer beneficio de negocio convincente”.

Segundo beneficio de la compasión: tener mano de obra inspirada.

Los empleados se inspiran mutuamente hacia el bien común. Eso crea una comunidad vibrante, con energía, en la que las personas se admiran y respetan. En el vídeo Meng expone casos preciosos de los empleados de Google: “Uno llega al trabajo por la mañana y trabaja con tres tipos que de pronto deciden construir un hospital en la India. ¡Cómo no vamos a sentirnos inspirados por estas personas! ¡Los propios compañeros! Esta inspiración mutua promueve la colaboración, la iniciativa y la creatividad. Nos vuelve una empresa altamente efectiva”.

¿La fórmula secreta para fraguar la compasión en un entorno empresarial?

  1. Crear una cultura apasionada por el bien común. Pensar siempre en cómo tu empresa y tu trabajo contribuyen a ello.
  2. Autonomía. Si ya existe una cultura de compasión en tu organización, en tu equipo, permite a las personas moverse con libertad, harán lo correcto. Así que huye del micromanagement.
  3. Centrarse en el desarrollo interior y en el crecimiento personal. En Google, explica Meng, el enfoque de desarrollo del liderazgo hace mucho hincapié en las cualidades interiores como conciencia de uno mismo, autorregulación, empatía y compasión. “Creemos que el liderazgo empieza con el carácter. Incluso creamos un plan de estudios de siete semanas en inteligencia emocional que llamamos en broma ‘Buscar dentro de ti mismo’”, que, a su vez, tiene otros tres pasos.

Entrenamiento de la atención. La atención es la base de todas las capacidades cognitivas y emocionales. La idea es entrenar la atención para crear una calidad mental calmada y clara al mismo tiempo.

Desarrollar el autoconocimiento y el autodominio. Así, usando la atención creamos una percepción de alta resolución en los procesos cognitivos y emocionales. ¿Qué significa eso? Significa ser capaces de observar nuestro flujo de pensamiento y el proceso de la emoción con mucha claridad y objetividad, desde una perspectiva en tercera persona.

Crear nuevos hábitos mentales. Meng nos propone lo siguiente: “Imaginen que cuando conocen o se encuentran a otra persona, su primer pensamiento instintivo, fuera: Quiero que seas feliz. Quiero que seas feliz». Tener este hábito mental cambia todo en el trabajo y en la vida. Esta buena voluntad genera confianza, base para que las relaciones funcionen.

Mi propuesta no es que me hagas caso a mí… sino que veas este magnífico vídeo e investigues un poquito para que puedas aplicarlo en tu día a día, promoviendo la compasión allá donde vayas. ¿Te he convencido?

(más…)

Continuar leyendoLa compasión en la empresa y en la vida se transforma en beneficios

¡Pongamos de moda el esfuerzo! O #pongamosdemodaelesfuerzo

Sí, ya es hora de que pongamos de moda el esfuerzo, pero el esfuerzo inteligente… Es decir, el que consiste en aprender a disfrutar de lo que tenemos que hacer…

Continuar leyendo¡Pongamos de moda el esfuerzo! O #pongamosdemodaelesfuerzo

La multitarea aumenta el rendimiento de los ordenadores, no de las personas

Los estudios sugieren que quienes realizan multitareas son menos eficaces filtrando y reteniendo información importante, recopilan datos ajenos a la tarea, presentan más dificultades para acceder a la memoria tanto…

Continuar leyendoLa multitarea aumenta el rendimiento de los ordenadores, no de las personas

Estudio sobre el Compromiso de los jóvenes en la empresa

La Cámara de Comercio de Madrid , la Confederación Empresarial de Madrid y la Fundación Universidad Empresa (FUE) acaban de presentar los resultados de un ambicioso estudio sobre el compromiso de los universitarios: su percepción del…

Continuar leyendoEstudio sobre el Compromiso de los jóvenes en la empresa